Si hay en el cuerpo de un ser humano un miembro peligroso, pequeño, venenoso, pero súper necesario, es la lengua. Quien hace esta exhortación enfática sobre tener cuidado con la lengua es Santiago (3:1-12), pero en los vv.5-10 es donde describe su peligrosidad, y las dimensiones donde puede afectar si esta no es controlada. El v. 8 declara que ningún hombre la puede dominar, que es un mal que no puede ser refrenado y está llena de veneno mortal. Con ella bendecimos a Dios pero con esta misma maldecimos a los hombres. Termina Santiago diciendo, “pero esto no debe ser así” (v.10) con nosotros los cristianos. Pues nosotros ya somos nuevas criaturas, tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros. Santiago usa tres metáforas, la de la fuente de la cual no puede salir agua dulce y amarga, agua salada y dulce o la higuera la cual no puede producir aceitunas y la vid higos.
La lengua es uno de los miembros más importantes del cuerpo humano. Además de ser uno de los cinco sentidos es el que facilita la comunicación. Y es en esta parte donde Santiago le adjudica la peligrosidad. Sin embargo, no es la lengua la mala, pues Dios la hizo perfecta, y la función que Dios le dio es buena, necesaria y complementaria con el funcionamiento de todo el organismo. Lo malo es el corazón, porque de la abundancia del corazón salen los buenos y malos pensamientos los que son articulados por la lengua. Así que, el problema no es solo de la lengua sino del corazón y esto complica más las cosas. Con todo, veamos lo que la lengua es capaz de hacer y como esto afecta no solo la imagen del que habla sino la de todos los que le rodean.
No sé si a usted le ha pasado alguna vez en que se ha metido en problema por causa de su lengua, por la falta de control de la lengua, problema que todos lo hemos experimentado. Unos porque hablan mucho, otros porque hablan poco, otros porque hablan más de la cuenta, otros porque cada vez que hablan ofenden, y otros porque con su galante comunicación descubren su falta de honestidad o sinceridad. A veces decimos lo que nos dijeron que no lo dijéramos, y lo más triste es que cuando lo decimos lo adornamos con otras palabras, con otros gestos y/o con otras motivaciones. Si una persona te cuenta cómo se siente (triste, alegre, decepcionado, rechazado, amenazado, desilusionado, feliz, avergonzado, etc.) no es para que se lo cuentes a otra persona, y aunque cuando lo cuentas a otra persona lo haces con buena intención, generalmente ya no se dicen las mismas palabras, ya no se dice con el mismo espíritu, sino que nos involucramos en el asunto, somos desleales al texto original y eso es algo que a nosotros ya no nos compete.
Decir la verdad a medias de lo que otra persona nos dice, es hacer mal uso de la lengua. Decir la verdad que una persona me dijo en confianza puede convertirse en decir lo que no debo decir y expresa falta de control de la lengua y de lealtad. Es más, decir la verdad enojado, molesto y con otras motivaciones solo porque alguien nos cuenta lo que le hicieron sin constatar que eso es verdad, es falta de control de la lengua. Luego, decir a otra persona que vio a un hermano haciendo algo malo, que es un mal comportamiento, que está teniendo una incorrecta relación o que anda en pasos peligrosos, es incorrecto, porque la Biblia dice que debo ir directamente con la persona que está actuando así y hacerle ver el error o peligro en que esta.
Mis queridos hermanos y colegas de lectura de la Biblia en un año, este si es un problema del cual no se escapan ni las iglesias cristianas. Iglesias completas se han dividido por falsos testimonios, o por pronunciar palabras ofensivas, palabras con falta de respeto. Sé de iglesias donde personas, con puestos de liderazgo, y con aparente madurez espiritual, en un momento de descontrol de su lengua, desde sus asientos han gritado al siervo de Dios, ofendiéndolo, denigrándolo, faltándole el respeto y sacándolo de la iglesia como si fueran los dueños de la iglesia.
Hay procedimientos correctos para pedir a un pastor que deje la iglesia cuando está haciendo mal las cosas, pero ninguna persona, no importa su posición, tiene el derecho y la autoridad para faltarle el respeto a un siervo de Dios, sin importar la falta que haya cometido. Hacer esto es faltarle el respeto también al resto de la congregación y todo por no saber controlar la lengua, lo cual evidencia otras motivaciones internas que no son del Espíritu sino de la carne. Otra vez, de la abundancia del corazón habla la boca o se mueve la lengua.
Familias completas y matrimonios se han separado y se han distanciado por causa de unas cuantas palabras que fueron pronunciadas imprudentemente. Amistades han terminado por falsos testimonio levantados con malas intenciones. Decir la verdad acerca de alguien a la persona no indicada es calumnia. Decir algo de alguien con la intención que lo sepa un grupo en general, es falta de lealtad hacia aquel que le confío esa verdad, y esto es falta de control de la lengua. Cuando deseamos ayudar a alguien que nos cuenta algo en secreto o por algún sentimiento de tristeza, debemos preguntarle si nos autoriza compartirlo con alguien. La idea es buscar una ayuda y no empeorar las cosas.
El libro de Proverbios tiene muchos que habla de la lengua, del chismoso, del que habla mal, del que levanta falsos en contra de otras personas, del que dice la verdad acerca de una persona pero que lo dice a la persona que no le ayudara en nada sino que solo lo dice porque no puede guardar esa información en secreto o es demasiado “comunicativo”. Solo en Proverbios 24 al 26 hay unos ejemplos: 24:2,8, 25:9, 10, 11, 14, 17,18, 26:19,20, 22, 23, 24, 25, 27,28. Me gustaría que vuelva a leer el 26:20,22 y observe detenidamente lo que dice. Cuando no decimos la verdad, o cuando decimos la verdad a medias, o cuando aumentamos a la verdad, o cuando decimos la verdad con mala intención o falsa motivación, o lo decimos a la persona inadecuada, en el momento menos apropiado y con las intenciones nada beneficiosas, caemos en la misma categoría del chisme o calumnia. Finalmente lea el 26:28 y analice lo que dice.
Es por esta razón que Santiago ofrece con lujo de detalles la exposición sobre el tema de la lengua en el capítulo 3. Debo ser realista y franco, esta dificultad de la lengua en Santiago se está dando dentro de la comunidad cristiana y es lo que estaba causando pleitos entre los hermanos, denigrando el evangelio, estancando el crecimiento, y dando más espacio a Satanás. Antes de terminar esta reflexión, busque Santiago 4:1-5 y vea la respuesta a la pregunta del v.1 ¿De dónde vienen las guerras o los pleitos entre los mismos cristianos? Ahora vuelva al 3:5-12, la lengua es la responsable de los pleitos en la iglesia, luego lea 3:13-18, pero la lengua solo es el instrumento, pero en realidad el problema es la falta de sometimiento de los creyentes a Dios, al Espíritu, a la Palabra, y falta de madurez espiritual, falta de compromiso (4:6-10). Este es un problema de falta de sometimiento a Dios, problema del corazón y no de la lengua.
Hermanos, la solución al problema de nuestra lengua esta en someternos más a Dios, llenarnos más de la Palabra, dejarnos que el Espíritu nos controle, hacer evaluaciones personales de la vida espiritual cada día, y esforzarnos por ser diferentes y disciplinarnos en la forma de hablar.
Consejos: si alguien viene a contarte algo malo de otra personas no le escuches y sugiérele que se lo diga directamente a la persona lo malo que está haciendo. Si usted ve a un hermano pecar, hacer algo incorrecto, valla directamente a esta persona y hágale saber el error y si no le escucha, valla donde el pastor para que juntos vallan donde esta persona. Cuando tú sin darse cuenta oyes algo, te contaron algo, o te das cuenta de algo, busca a la persona, no se lo cuentes a una tercera persona, o hazle saber esto al pastor y si lo cuentas a otro, hazlo con la intención de ayudar al infragante.
Finalmente, cuando hables, hazlo con sabiduría, amor, buena intención, para beneficiar, y procura hacerlo libre de prejuicios y malas intenciones.
Di la verdad, solo la verdad, con un corazon libre de mala intención, pero dilo a la persona indicada, en el lugar correcto y en el momento indicado y con las palabras acompañadas de sabiduría y amor. Si en alguna vez hablas mal, ve y pide perdón por si haz ofendido.
La lengua es uno de los miembros más importantes del cuerpo humano. Además de ser uno de los cinco sentidos es el que facilita la comunicación. Y es en esta parte donde Santiago le adjudica la peligrosidad. Sin embargo, no es la lengua la mala, pues Dios la hizo perfecta, y la función que Dios le dio es buena, necesaria y complementaria con el funcionamiento de todo el organismo. Lo malo es el corazón, porque de la abundancia del corazón salen los buenos y malos pensamientos los que son articulados por la lengua. Así que, el problema no es solo de la lengua sino del corazón y esto complica más las cosas. Con todo, veamos lo que la lengua es capaz de hacer y como esto afecta no solo la imagen del que habla sino la de todos los que le rodean.
No sé si a usted le ha pasado alguna vez en que se ha metido en problema por causa de su lengua, por la falta de control de la lengua, problema que todos lo hemos experimentado. Unos porque hablan mucho, otros porque hablan poco, otros porque hablan más de la cuenta, otros porque cada vez que hablan ofenden, y otros porque con su galante comunicación descubren su falta de honestidad o sinceridad. A veces decimos lo que nos dijeron que no lo dijéramos, y lo más triste es que cuando lo decimos lo adornamos con otras palabras, con otros gestos y/o con otras motivaciones. Si una persona te cuenta cómo se siente (triste, alegre, decepcionado, rechazado, amenazado, desilusionado, feliz, avergonzado, etc.) no es para que se lo cuentes a otra persona, y aunque cuando lo cuentas a otra persona lo haces con buena intención, generalmente ya no se dicen las mismas palabras, ya no se dice con el mismo espíritu, sino que nos involucramos en el asunto, somos desleales al texto original y eso es algo que a nosotros ya no nos compete.
Decir la verdad a medias de lo que otra persona nos dice, es hacer mal uso de la lengua. Decir la verdad que una persona me dijo en confianza puede convertirse en decir lo que no debo decir y expresa falta de control de la lengua y de lealtad. Es más, decir la verdad enojado, molesto y con otras motivaciones solo porque alguien nos cuenta lo que le hicieron sin constatar que eso es verdad, es falta de control de la lengua. Luego, decir a otra persona que vio a un hermano haciendo algo malo, que es un mal comportamiento, que está teniendo una incorrecta relación o que anda en pasos peligrosos, es incorrecto, porque la Biblia dice que debo ir directamente con la persona que está actuando así y hacerle ver el error o peligro en que esta.
Mis queridos hermanos y colegas de lectura de la Biblia en un año, este si es un problema del cual no se escapan ni las iglesias cristianas. Iglesias completas se han dividido por falsos testimonios, o por pronunciar palabras ofensivas, palabras con falta de respeto. Sé de iglesias donde personas, con puestos de liderazgo, y con aparente madurez espiritual, en un momento de descontrol de su lengua, desde sus asientos han gritado al siervo de Dios, ofendiéndolo, denigrándolo, faltándole el respeto y sacándolo de la iglesia como si fueran los dueños de la iglesia.
Hay procedimientos correctos para pedir a un pastor que deje la iglesia cuando está haciendo mal las cosas, pero ninguna persona, no importa su posición, tiene el derecho y la autoridad para faltarle el respeto a un siervo de Dios, sin importar la falta que haya cometido. Hacer esto es faltarle el respeto también al resto de la congregación y todo por no saber controlar la lengua, lo cual evidencia otras motivaciones internas que no son del Espíritu sino de la carne. Otra vez, de la abundancia del corazón habla la boca o se mueve la lengua.
Familias completas y matrimonios se han separado y se han distanciado por causa de unas cuantas palabras que fueron pronunciadas imprudentemente. Amistades han terminado por falsos testimonio levantados con malas intenciones. Decir la verdad acerca de alguien a la persona no indicada es calumnia. Decir algo de alguien con la intención que lo sepa un grupo en general, es falta de lealtad hacia aquel que le confío esa verdad, y esto es falta de control de la lengua. Cuando deseamos ayudar a alguien que nos cuenta algo en secreto o por algún sentimiento de tristeza, debemos preguntarle si nos autoriza compartirlo con alguien. La idea es buscar una ayuda y no empeorar las cosas.
El libro de Proverbios tiene muchos que habla de la lengua, del chismoso, del que habla mal, del que levanta falsos en contra de otras personas, del que dice la verdad acerca de una persona pero que lo dice a la persona que no le ayudara en nada sino que solo lo dice porque no puede guardar esa información en secreto o es demasiado “comunicativo”. Solo en Proverbios 24 al 26 hay unos ejemplos: 24:2,8, 25:9, 10, 11, 14, 17,18, 26:19,20, 22, 23, 24, 25, 27,28. Me gustaría que vuelva a leer el 26:20,22 y observe detenidamente lo que dice. Cuando no decimos la verdad, o cuando decimos la verdad a medias, o cuando aumentamos a la verdad, o cuando decimos la verdad con mala intención o falsa motivación, o lo decimos a la persona inadecuada, en el momento menos apropiado y con las intenciones nada beneficiosas, caemos en la misma categoría del chisme o calumnia. Finalmente lea el 26:28 y analice lo que dice.
Es por esta razón que Santiago ofrece con lujo de detalles la exposición sobre el tema de la lengua en el capítulo 3. Debo ser realista y franco, esta dificultad de la lengua en Santiago se está dando dentro de la comunidad cristiana y es lo que estaba causando pleitos entre los hermanos, denigrando el evangelio, estancando el crecimiento, y dando más espacio a Satanás. Antes de terminar esta reflexión, busque Santiago 4:1-5 y vea la respuesta a la pregunta del v.1 ¿De dónde vienen las guerras o los pleitos entre los mismos cristianos? Ahora vuelva al 3:5-12, la lengua es la responsable de los pleitos en la iglesia, luego lea 3:13-18, pero la lengua solo es el instrumento, pero en realidad el problema es la falta de sometimiento de los creyentes a Dios, al Espíritu, a la Palabra, y falta de madurez espiritual, falta de compromiso (4:6-10). Este es un problema de falta de sometimiento a Dios, problema del corazón y no de la lengua.
Hermanos, la solución al problema de nuestra lengua esta en someternos más a Dios, llenarnos más de la Palabra, dejarnos que el Espíritu nos controle, hacer evaluaciones personales de la vida espiritual cada día, y esforzarnos por ser diferentes y disciplinarnos en la forma de hablar.
Consejos: si alguien viene a contarte algo malo de otra personas no le escuches y sugiérele que se lo diga directamente a la persona lo malo que está haciendo. Si usted ve a un hermano pecar, hacer algo incorrecto, valla directamente a esta persona y hágale saber el error y si no le escucha, valla donde el pastor para que juntos vallan donde esta persona. Cuando tú sin darse cuenta oyes algo, te contaron algo, o te das cuenta de algo, busca a la persona, no se lo cuentes a una tercera persona, o hazle saber esto al pastor y si lo cuentas a otro, hazlo con la intención de ayudar al infragante.
Finalmente, cuando hables, hazlo con sabiduría, amor, buena intención, para beneficiar, y procura hacerlo libre de prejuicios y malas intenciones.
Di la verdad, solo la verdad, con un corazon libre de mala intención, pero dilo a la persona indicada, en el lugar correcto y en el momento indicado y con las palabras acompañadas de sabiduría y amor. Si en alguna vez hablas mal, ve y pide perdón por si haz ofendido.
0 comentarios:
Publicar un comentario