Los pies del Señor Jesús recorrieron las regiones de Judea, Galilea,
Samaría e incluso caminaron sobre las aguas del mar de Galilea siempre
impartiendo enseñanzas y presentando las Buenas Nuevas de Salvación.
Esos pies fueron lavados, enjuagados con lágrimas, perfumados con nardo, besados y clavados en una cruz.
Por lo que queda claro que estar a los pies del Señor responde a una
actitud de sumisión a Él, y además responde también a una disposición de
servirle y escucharle, igualmente responde a una decisión de servirle.
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